¿Quién dijo boda?

Os sentís la pareja más feliz del mundo, ya habéis elegido a las personas que formarán parte de ese día tan especial. Y mientras tomáis unas cervezas antes de entregar las invitaciones, aparece el “autoinvitado”. Ese ya típico personaje que se presenta en el momento y lugar oportunos cuando siente cerca algún tipo de celebración.

“¡Eh chicos, a ver con quién me vais a sentar en la mesa!” o “Lo vamos a pasar genial, mi novia dice que también viene” serán sus frases estrella para dejar bien claro que él también va a tu boda, aunque tú aún no lo sepas. Si no has sido víctima de este personaje estás de suerte, aunque nunca es tarde. Para empezar, es importante que sepas que existen tres tipos de autoinvitados. El autoinvitado gorrón, sí ese que parece llevar quince días sin probar bocado. El cotilla, un apasionado de los eventos con gran cantidad de asistentes. Criticará el vestido de la madrina, la novia, la prima, la abuela y así hasta los 300 invitados que vayan a tu boda. Vamos, lo que se conoce como ‘no dejar títere con cabeza’. Y el mejor de todos, el autoinvitado de última hora. Es ese tipo de persona que te recuerda que aún no ha recibido su invitación, ese que te provoca muchos quebraderos de cabeza porque aún no sabes dónde sentarlo, y quedan 15 días para tu gran día. Sí, ese que en un momento de desesperación, colocas en cualquier mesa (a ser posible de las más alejadas, para evitar verlo durante todo el banquete) y al final, tan al final que casi te lo comunica en la misma entrada al banquete, resulta que no puede ir. Y así, sin más, sin explicaciones, es como te deja plantada.

Pero ¿cómo decirle que no a esa persona que se autoinvita a tu boda? Si eres de los que no se resigna tan fácilmente, aquí van algunas ideas que esperamos sean de gran ayuda.

La boda será familiar, es la típica excusa que primero podrías utilizar. Como en todo, tienes el riesgo de escuchar algo así como “si soy casi de la familia” (aunque es muy probable, que no recuerdes ni su nombre y haga meses que no lo ves). Si está opción no te convence, culpabiliza del aforo al sitio donde celebres el banquete. Si no hay espacio, no hay espacio y eso puede entenderlo cualquiera. Si prefieres decírselo de la forma más amable posible, qué tal “aún no hemos decidido qué personas vendrán a nuestra boda”. En principio, parece una frase relativamente sencilla, pero de él dependerá que quiera o no entenderlo. Así que, para evitar todos estos líos, ¿qué tal si pruebas a ser algo más directo? “No estás invitado a mi boda”, eso sí que parece mucho más claro.

A veces, todas estas excusas puede que no funcionen. Pero no entréis en pánico, podéis probar otras opciones, como que no queréis ponerlo en un compromiso. O tal vez, podáis recurrir al hecho de que invitaréis a gente con la que no tiene buena relación. Y para evitar malos rollos y todas esas cosas, es preferible que no vaya. No está invitado a tu boda, no quieres que vaya de ningún modo. Y por muy sencillo que a ti parezca, en casos como este haría falta un curso avanzado de formas educadas para decir que no a un invitado.

Pero si la cosa se pone fea, si ves que por muchas excusas sigue insistiendo en ir a tu boda, tan solo te queda aceptarlo. Colócalo en un rincón poco visible y a seguir disfrutando, que para eso es tu día. Y si después de todo no se presenta, todo quedará en una anécdota.

A los que no sean capaces de dejarle las cosas bien claras, os deseamos toda la suerte del mundo. Piensa que una persona más no importa, pero una persona menos puede hacer mucha falta. Y, por último, un consejo para nuestro autoinvitado imperfecto. Si nadie te ha invitado a su boda, piensa que pueda haber muchos motivos por los que no eres bienvenido. Aunque siempre puedes consolarte con que a los novios se les olvidó enviarte la invitación. Aún así, es mejor quedarse en casa.

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